Algunas críticas al Diseño Universal

Algunas críticas al Diseño Universal

Según Burgstahler (2009), los principios del Diseño Universal se pueden aplicar a cualquier producto o entorno. Este “cualquier” entorno, ha sido denominado como DO-IT, refiriéndose a Discapacidades, Oportunidades, Redes de Intercambio (Internetworking), y Tecnología (Burgstahler, 2009, p. 3). No obstante, Ana María Ospina y Diana Milena Rodríguez, diseñadoras industriales y autoras del artículo: Reconociendo saberes y resistencias al diseño universal: estudio de caso a partir de experiencias situadas (2017), exponen evidencias sobre la falta de universalidad del Diseño Universal. Según las investigadoras, el Diseño Universal se ha propuesto como una filosofía que produce dos fenómenos que contribuyen a generar desigualdades marcadas: el primero, que, para poder dar acceso a una mayoría, se generan corporalidades privilegiadas y segundo, se corrobora este privilegio normalizador y se justifica bajo el concepto de ‘epistemologías de la ignorancia’, muy usado en corrientes feministas. “La ignorancia de cierto conocimiento, en este caso de ciertos cuerpos, no se da por un vacío en el mismo, sino por lo contrario, es una acción deliberada para perseguir cierto conocimiento sin tener en cuenta otros” (Salazar & Cely, 2017, p. 112).

Dicen las investigadoras que:
“Si pensamos entonces que bajo un criterio de diseño universal se busca homogenizar a las personas y generalizar a todas ellas proponiendo que se pueden concebir diseños que sirvan a todos por igual, el principio de universalidad vuelve a ser incoherente ya que niega las particularidades y capacidades individuales de los sujetos. Bajo este precepto, se genera una crítica al Diseño Universal ya que se reconoce que el ser humano es diverso y que no existe por tanto un individuo universal, haciendo de este diseño una filosofía difícilmente abarcable.” (SALAZAR & CELY, 2017, p. 113)

También en esta faceta crítica aparece la posición del IDRC de OCAD University. Tal como se mencionó en el capítulo anterior, el IDRC mantiene la idea que el diseño universal surgió del diseño industrial y arquitectónico. Para ellos el problema del Diseño Universal está en pretender universalizar las soluciones mediante ‘tallas únicas’. “Las opciones de diseño más amplias permiten que el diseño inclusivo produzca soluciones de talla propias en contraste con el Diseño Universal que presenta una talla única para todos y puede excluir valores atípicos como las personas multifacéticas con diversas discapacidades” (Treviranus, 2018a). La profesora Jutta Treviranus agrega: “Mientras que el Diseño Universal se trata de crear un diseño común que funcione para todos, nosotros (refiriéndose al IDRC que ella dirige basados en el diseño inclusivo), tenemos la libertad de crear un sistema de diseño que pueda adaptarse, transformarse o estirarse para abordar cada necesidad de diseño presentada por cada individuo” (2018, p. 5).

Una característica de diseño único o un producto simple, es que pueda ser utilizado por la mayor cantidad de personas posible; no se espera que el diseñador encuentre una solución de diseño que satisfaga las necesidades del 100% de la población, ya que el Diseño Universal no es de talla única (Treviranus, 2014). Por el contrario, se insta a los diseñadores a explorar soluciones de diseño que sean más inclusivas; aquellos diseños que superan los límites, lo más posible, sin comprometer la integridad o la calidad del producto.

Sin embargo, el mismo Ronald Mace, en su momento dijo: “Nótese que el término Universal es desafortunado por el hecho que nada puede ser verdaderamente universal; siempre habrá algún usuario que no podrá utilizar el producto sin importar cuanto esmero haya en el diseño” (Story et al., 1998).

Es que el solo hecho de denominar a una corriente del diseño como “universal” bien podría pasar por arrogante. Enrique Dussel (1996) escribía sobre el “ego cartesiano del yo pienso, luego soy”, lo que durante más de un siglo se configuró como el ‘ego conquirus’ occidental del ‘yo conquisto, luego soy’ (Dussel, citado por Grosfoguel, 2008, p. 202). Menciona Grosfoguel que: “Lo que Enrique Dussel nos dice con esto, es que las condiciones de posibilidad políticas, económicas, culturales y sociales de que un sujeto asuma la arrogancia de hablar como si fuera el ojo de Dios” (2008, p. 202). En este caso ese ‘sujeto’ podría ser la práctica del Diseño Universal por parte de diseñadores que pretenden que en la implementación se aborden a todos los usuarios bajo un concepto centrado en el diseñador de manera protagónica, dejando a un lado la presencia y los aportes de las personas que cumplen con el rol de usuarios finales.

Esta crítica no está centrada solo en la etiqueta de ‘Universal’ del diseño; está sustentada en una práctica de diseño que aún no cede el poder creativo (o aparentemente creativo) del quien ostenta el título de diseñador. Es decir, las pautas en los principios tienen serias objeciones porque pretenden ser un estándar cuando ha sido justamente esa tendencia de uniformar los procesos los que han generado amplios escenarios de exclusión. Por ejemplo, cuando la pauta “Proporcione el mismo medio de uso para todos los usuarios: idéntico siempre que sea posible; equivalente cuando no.” del principio 1, es una intención disimulada de seguir el modelo de producción en línea que prioriza los moldes de producción y no los usos de las personas. La invitación “siempre que sea posible” corre el riesgo de ser aplicada siempre y solo cuando sea posible, pues esto reduce el trabajo de identificar la diferencia en los usos y las personas.

En el mismo principio la pauta que habla de: “Haga que el diseño sea atractivo para todos los usuarios”, tiene otro riesgo adicional y es la fácil presunción que lo atractivo es lo que el diseñador considera como tal y no necesariamente las personas que están dentro del modelo de producción. Recordemos a Penny Sparke (2016) cuando dice que: “El diseño y los diseñadores son, y lo han sido durante muchos años, un factor indispensable del sistema de mercado moderno que garantiza, a través de las actividades de la producción y el consumo, que las necesidades y los deseos del consumidor (conscientemente reconocidos o no) se satisfagan gracias a los objetos e imágenes visuales y materiales que se introducen en el mercado y contribuyen a definir quiénes somos” (2016, p. 12). Este factor que expone Sparke, es el que bien podría presumir, que lo atractivo es lo que el mercado manda y no lo que realmente el usuario necesita o puede crear en conjunto con otros diseñadores.

Cada principio y sus pautas tienen una intención honorable, pero en la práctica, sin mayor formación y sensibilización del significado de la diversidad o la diferencia, es muy probable que el Diseño Universal se convierta en una simple réplica con intenciones altruistas que al final, solo imita los procesos de diseño tradicionales e impositivos. Esto invoca una situación que no puede pasarse por alto y es lo que el mismo Mace, bajo su condición de arquitecto con discapacidad y usuario de silla de ruedas, “solo puedo analizar: la realidad de quienes han sido desplazados por el uso de productos de diseño” (Mace, 1998). Esta situación no es la misma en ningún caso y tristemente lo que ha pasado es que se ha manipulado a muchas personas con diversas condiciones a que usen los productos de diseño de la misma manera. Creo que no hay necesidad de tener una discapacidad para darse cuenta de que, en los salones de clase, en los sistemas de transporte, la arquitectura de nuestros entornos o en internet, se privilegia el uso estandarizado, antes que lo que pregona el Diseño Universal, entre otras cosas, porque no se ha enseñado suficientemente sus principios en diseñadores, arquitectos, ingenieros ni personas que ocupan cargos de administración o política pública.

Finalmente lo que se espera es que el Diseño Universal sea una manera de contrarrestar las presunciones que tienen los diseñadores a la hora de crear productos de diseño siguiendo los estándares; sin embargo, también es real que el Diseño Universal desde su momento de aparición hasta la fecha de esta tesis, se asume como que solo se trata de un tipo de diseño que genera productos para personas con discapacidades y que su práctica está reservada para una ‘clase especial’ de diseñadores, desconociendo, incluso su carácter de realidad y responsabilidad social. Esta carencia se evidencia, como ya mencioné antes, desde las aulas de formación de diseñadores, pues en esos procesos educativos, es necesario potenciar aún más la idea que la importancia de la responsabilidad social en los proyectos de diseño (universal o de cualquier otra denominación) se distingue en el sistema actual de consumo, en el cual, se encuentran distintas formas de diseño, particularmente en la satisfacción de necesidades.

Esta satisfacción de necesidades se lleva mediante el análisis de cómo las personas consumen y usan los objetos, y esto a su vez, genera impactos económicos y ambientales, como la cantidad de energía gastada en los electrodomésticos, o el volumen de basura y materiales desperdiciados que se desechan. Como vemos, esto va más allá de un diseño y se configura como una metodología de impacto social. Entender el contexto cultural y el comportamiento del consumidor, en este caso, responde no solo a una situación fisiológica, sino también emocional que implica seguir investigando para conocer cómo mutan las maneras de uso y consumo; cómo las épocas y los contextos obligan a re-diseñar y cómo el diseño se convierte progresivamente en co-diseño. Todo esto es un paso preliminar importante para buscar soluciones que minimicen el impacto ambiental y social de lo que se compra y usa, a través de mejorar los productos que se diseñan (Bhamra et al., 2011).

Líder de Semillero

Investigo y dicto clases sobre ambientes digitales e Inclusión desde hace 18 años. Soy líder de proyectos web con alta experiencia en implementación de portales y App’s en diferentes tecnologías y con un alto sentido de accesibilidad. Usuario y creyente del software libre.

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