Diseño incluyente

A veces, cuando se quiere explicar algo, es mejor arrancar por lo que no es. Han habido tantas palabras para intentar abordar la responsabilidad de la inclusión que, desde la intención de las traducciones y las interpretaciones, se han postulado varios nombres para el diseño, mejor aún, tantos apellidos, que a veces en su intención de decir lo mismo -o por lo menos sugerirlo-, se contradicen. Por ejemplo, en https://definiciona.com/incluyente/, podemos leer la siguiente explicación sobre el término incluyente:

Adjetivo. Este vocabulario hace referencia como participio activo de incluir, que quiere decir el que incluye, inserta, introduce, incorpora, penetra o mete una cosa a otra, así mismo que encuadra, contiene, adjunta, envuelve o engloba como parte implícita de las cosas o elementos.

Sin embargo, en nuestra intención de hacer investigación en el Semillero de investigación sobre el diseño web incluyente, no nos referimos a la acción de “inserta, introduce, incorpora, penetra o mete una cosa a otra” porque, desde nuestra percepción, esto no es incluyente sino imponente.

Cuando hablamos del diseño incluyente,  también somos conscientes que también el término se ha llevado a un extremo en donde solo se aplica cuando se trata de alguna discapacidad que deberá “tener un tratamiento especial por parte de los diseñadores”. Ese tampoco es nuestro objetivo. Quizá podamos entender esta apuesta praxeológica desde el diseño inclusivo que ha tenido aceptación, pero estamos seguros que ese nombre (apellido) ha sido puesto por las interpretaciones o las traducciones logradas por diccionarios en línea.

El Diseño Inclusivo es una metodología, nacida en entornos digitales, que permite y aprovecha toda la gama de la diversidad humana. Lo más importante, es incluir y aprender de personas con una variedad de perspectivas. (Jaime Cortés, Tesis doctoral)

Sin embargo, el concepto de Inclusivo es uno de los términos que más se acercan al significado que queremos exponer desde lo incluyente, como una acción real, que se da en tiempo presente y que se conjuga como parte de la epistemología del diseño web. En suma, nuestro “incluyente” y el “inclusivo” terminan apostando a las mismas acciones de inclusión social a partir de la práctica del diseño, pero con la diferencia que el incluyente, como dice Rocko (usuario de WordReference) “vendría siendo una acción literal, es decir “incluir dentro”, mientras que “inclusivo” contendría esa cualidad moral (no natural) llamada virtud, y que es mencionada por los diccionarios, por lo que iría mejor con la idea de bondad”. (Gracias Rocko por la explicación).

Algunos grupos de diseño inclusivo

El Centro de Diseño Inclusivo de Microsoft (https://www.microsoft.com/design/inclusive/) propone trabajar el diseño desde principios de diseño que no atenten contra la inclusión, pues según su ambiente web, “La exclusión ocurre cuando resolvemos problemas usando nuestros propios prejuicios” (Microsoft, 2019). Señalan además que en su equipo de trabajo se encargan de buscar casos de exclusión para luego usarlas como oportunidad de creación de nuevas ideas y diseños inclusivos. Diseñar para la inclusión no solo abre opciones para crear productos y servicios para más personas, sino que también es un reflejo de cómo son realmente las personas. “Todos los humanos crecen y se adaptan al mundo que los rodea y queremos que nuestros diseños reflejen eso” (Microsoft, 2019).

Diseñar para personas con discapacidades permanentes, en realidad da como resultado diseños que benefician a las personas de manera universal. Las restricciones que presenta el estado de la discapacidad es una manera de advertir el desafío del diseño, pues lo que se espera dentro del escenario del diseño inclusivo es resolver para uno, y extender a muchos (e-goi, 2019). Los seres humanos somos expertos en adaptarnos a la diversidad. El diseño inclusivo coloca a las personas en el centro desde el comienzo del proceso, y esas perspectivas frescas y diversas, son la clave para una verdadera comprensión (Hassan Montero & Martín Fernández, 2003).

Montero y Fernández en 2013, publicaron un texto llamado: “Propuesta de adaptación de la metodología de diseño centrado en el usuario para el desarrollo de sitios web accesibles” en donde mencionan que a pesar del surgimiento y crecimiento de la web, esto no ha sido una garantía de facilidad y difusión de la información, porque, según los autores “las limitaciones y el mal uso, por parte de los diseñadores de las tecnologías imperantes de publicación web, están dando lugar a situaciones de imposibilidad de acceso por parte de aquellos usuarios con discapacidad” (2013, p. 230).

Para estos investigadores, la accesibilidad es la fuente del Diseño Inclusivo. Sin embargo, en su investigación han encontrado que existen categorías de discapacidad que no han sido suficientemente tenidas en cuenta en el diseño web. Los principales tipos de discapacidades son:

  • Visuales: Entre las que se encuentran la ceguera, la visión reducida y los problemas en visualización de color.
  • Auditivas: Pueden ser consideradas menos limitadoras en el acceso y uso de contenidos digitales, debido a que el canal sonoro es mucho menos utilizado en interfaces web que el canal visual. Aun así, no podemos olvidar limitaciones y barreras derivadas de esta discapacidad, como el caso del lenguaje.
  • Motrices: Son las relacionadas con la capacidad de movilidad del usuario. Estos usuarios no suelen ser capaces de interactuar con el sistema a través de dispositivos de entrada tradicionales, por lo que utilizan dispositivos alternativos.
  • Cognitivas y de lenguaje: Son usuarios que presentan problemas en el uso del lenguaje, la lectura, percepción, memoria, salud mental (Hassan Montero & Martín Fernández, 2013, p. 331).

Por su lado, Ann Heylighen, profesora e investigadora de la Universidad de Lovaina, quien además preside el grupo de diseño Research [x], con su equipo de investigación de diseño y ciencias sociales, estudia prácticas de diseño en arquitectura y disciplinas de diseño. Este grupo de investigación explora cómo la experiencia espacial de personas de diversas habilidades, edades y perspectivas puede expandir las formas predominantes de comprender y diseñar el espacio. La profesora Heylighen menciona que existen varios enfoques de diseño que aspiran a tener en cuenta la más grande gama de usuarios posibles durante el diseño. Estos enfoques incluyen al Diseño Universal, el Diseño Inclusivo y el Diseño para Todos (Heylighen et al., 2017).

A pesar de su lugar de origen diferente y algunas distinciones semánticas, todos estos enfoques comparten un propósito similar: identificar las necesidades de las personas y desarrollar condiciones de uso adaptativo. Según Heylighen, el término de Diseño Inclusivo se elige sobre los otros dos porque refleja directamente la ambición común de estos enfoques de incluir a tantas personas como sea posible (2017, p. 1).

Mientras que el concepto de Diseño Universal tiene su origen en Estados Unidos con Ronald Mace (1998), hemos identificado que otro origen, a parte de lo que se hace en OCAD U de Toronto, lo propone Roger Coleman desde el Reino Unido. “Las necesidades y habilidades cambian a lo largo del curso de la vida y al tener esto en cuenta en el proceso de diseño, productos, servicios y entornos puede ser mejorados para la mayoría de los consumidores en formas que no son asociadas con percepciones negativas de edad o discapacidad” (Coleman & Lebbon, 1999). Además, Coleman enfatiza que “tomar en cuenta estos factores también puede mejorar la reputación de una empresa de atención y servicio al cliente, y su rentabilidad sin necesariamente agregar costos” (Clarkson et al., 2013).

De acuerdo con el British Design Council, el Diseño Inclusivo es: “un enfoque general de diseño en el que los diseñadores se aseguran de que sus productos y servicios satisfagan las necesidades de la forma más amplia posible a la audiencia, independientemente de su edad o capacidad” (Heylighen et al., 2017, p. 3). El Instituto Europeo para el Diseño y la Discapacidad (EIDD), por su parte, menciona que el diseño es un “diseño para la diversidad humana, la inclusión social y la igualdad” (de Antonio et al., 2018).

También resulta clave mencionar nuevamente el trabajo del equipo del IDRC sobre este asunto. Recordemos los principios que este centro de investigación, dirigido por Jutta Treviranus, ha desarrollado para lograr proyectos de diseño inclusivo (Treviranus, 2018b, 2018c, 2018d):

  1. Reconocer, respetar y diseñar la singularidad y variabilidad humana.
  2. Utilice procesos inclusivos, abiertos y transparentes, y codiseñe con personas que tienen una diversidad de perspectivas, incluidas personas que no pueden usar o tienen dificultades para usar los diseños actuales.
  3. Darse cuenta de que está diseñando un sistema adaptativo complejo.

Sobra decir que nuestro soporte conceptual está sobre estos principios de diseño y que en general, la prioridad del diseño web incluyente está en el reconocimiento de la diversidad; la intención de trabajar con la gente bajo un escenario de intercambio y co-aprendizaje y entregar sitios web accesibles, pero también adaptativos.

Sin embargo…

La característica de los enfoques de Diseño Inclusivo es su carácter utópico (Steinfeld et al., 2005) pone de manifiesto que diseñar “para todos” parece imposible. Las diferencias humanas son demasiado amplias como para tenerlas en cuenta en todas sus variedades. Diseñar para abordar las necesidades relacionadas con una capacidad específica probablemente conlleve algún costo para satisfacer otras necesidades.

Dice Bianchin & Heylighen, (2017) que lo que es bueno para alguien ciego, puede diferir de lo que es bueno para alguien en silla de ruedas. Además, la posible escasez de recursos a la hora de diseñar es común en las sociedades humanas, lo que obliga a que se realicen elecciones entre las demandas de solución de necesidades más concurrentes. No es un asunto menor, pues al momento de implementar procesos de diseño inclusivo, resulta obvio que el factor económico es una variable que no se puede minimizar y es ahí donde la capacidad de integración entre diseñadores y personas que viven las necesidades precisan un grado de creatividad y creación mucho más eficiente. Esta capacidad de soluciones es propia de cada proceso y no está obligada a ser repetida en otras experiencias de diseño.

Por lo tanto, en lugar de trabajar en el estándar, debe visualizarse a la diversidad de las necesidades humanas como una postura de Diseño Inclusivo para lograr entender la complejidad del conflicto que surge cuando se entienden la singularidad y la diversidad. Siempre resultará que la perspectiva de alguien ha sido pasada por alto o perjudicada. Esta característica de los enfoques de Diseño Inclusivo no solo se reconoce, como sugiere el término “posible”, sino que incluso se presenta como una característica determinante. Algunos autores escriben sobre “Diseño universal” (Steinfeld y Tauke, 2002), o “Diseño para más” (Herssens, 2011) para expresar el esfuerzo incesante. Otros autores prefieren el término “diseño inclusivo” porque, en su opinión, “diseño universal” o “diseño para todos” a menudo se interpretan de manera literal e incorrecta para defender el diseño de un producto que satisfaga las necesidades de toda la población (Keates y Clarkson, 2003). A diferencia de estos enfoques “más aspiracionales”, su enfoque supone que ningún diseño funcionará perfectamente para todos (Clarkson y Coleman, 2013) y que satisfacer las necesidades de todos puede requerir la combinación de productos convencionales con soluciones especializadas (Hosking et al., 2010).

Líder de Semillero

Investigo y dicto clases sobre ambientes digitales e Inclusión desde hace 18 años. Soy líder de proyectos web con alta experiencia en implementación de portales y App’s en diferentes tecnologías y con un alto sentido de accesibilidad. Usuario y creyente del software libre.

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